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Entregamos a la presidenta del Congreso las 135.000 firmas de apoyo a #MiEmpleoMiFuturo
- 17 de marzo de 2021
La presidenta de la Fundación Cotec para la innovación, Cristina Garmendia, se reunió hoy en el Congreso de los Diputados con la presidenta de la cámara, Meritxell Batet, para hacerle entrega de las más de 135.000 firmas de apoyo a la campaña #MiEmpleoMiFuturo, recogidas a través de la plataforma Change.org. La campaña incluye una petición de siete puntos a todos los políticos reclamando iniciativas que protejan al empleo del impacto de la actual revolución tecnológica.
La petición registrada hoy en la Cámara Baja reclama a los políticos, entre otras medidas, iniciativas para que el impacto sobre el empleo de la automatización (robots, algoritmos, inteligencia artificial, etc.) facilite el trabajo y mejore la vida de las personas, en lugar de fomentar el precariado y amenazar a la clase media, como apuntan diferentes indicadores. La necesidad de reformar el sistema educativo, proteger el talento y establecer códigos éticos para el uso de las tecnologías son otros apartados de la petición.
La campaña #MiEmpleoMiFuturo fue lanzada en abril de 2019 con el objetivo de provocar reflexión y debate sobre las repercusiones de la cuarta revolución industrial. La iniciativa nació con un corto documental en dos capítulos realizado para Cotec por El Instituto para el Avance de la Narrativa (creadores de la serie Whymaps).
El corto supera los dos millones de visionados solo en redes sociales.
Algunos de los mensajes apuntados en la campaña se han visto confirmados en la última Encuesta Cotec de percepción social de la innovación, realizada en colaboración con Sigma Dos y presentada la semana pasada. Por ejemplo, que el 70% de los españoles opina que el actual sistema educativo no está preparando lo suficiente a la sociedad para los retos del futuro. Según la encuesta, la mayoría de los españoles cree que el cambio tecnológico genera más empleo del que destruye, si bien aumenta la desigualdad social. Esta percepción reafirma el dato de que los colectivos más vulnerables son cada vez más pesimistas respecto a su capacidad de competir en un mercado de trabajo fuertemente automatizado.